viernes, 27 de noviembre de 2015

Ya son cuatro años y galletas shortbread 2.0

Tal día como hoy, un 27 de noviembre de hace ya cuatro años, publiqué el primer post de este blog.

Sí, cuatro años. Me parece absolutamente increíble. Cuatro años desde aquella primera vez.

Cuatro años en los que he compartido con vosotros muchas recetas y, sobre todo, muchas experiencias y pensamientos. Porque, si bien es cierto que este es un blog de recetas dulces, siempre me ha gustado aderezarlo con vivencias e impresiones personales. Ir dejando en casi cada uno de los posts un poquito de mí. No tanto por afán exhibicionista, que de eso tengo muy poco, sino por el placer de reelerme y disfrutar recordando batallitas que seguro he olvidado. Además, los que me conocéis personalmente sabéis que tengo memoria de pez, tiendo a olvidar todo con una rapidez que asusta. Lo bueno y lo malo. Fantástico porque puedo asegurar que soy la persona menos rencorosa que conozcáis y terrible porque no puedo tirar de recuerdos bonitos para alegrarme el día. Menos mal que tengo tres personas fantásticas que suplen mi carencia: mi marido, mi hermana y mi madre. Gracias a ellos puedo decir si he visto o no una película, si he estado en tal o cual sitio... Se supone que mi falta de memoria no es preocupante. Me dicen que es normal porque llevo mucha carga diaria con la casa, el trabajo y, sobre todo, con mis tres enanos. Será verdad. Espero...

Poniendo a prueba mi memoria, os voy a contar la historia de mi blog. Nada del otro mundo. Pero su historia, al fin y al cabo.

Fue en el verano de hace ya cuatro largos años cuando vi por primera vez un "cupcake". Fue en la fiesta del santo de mi amiga Carmen (una pena que estos dos últimos años no se haya podido celebrar). Allí estábamos un montón de amigos, tomando el sol y remoloneando alrededor de la piscina después de haber estado picoteando sin parar, cuando llegó Heidy cargada con un montón de cupcakes recubiertos con una crema (yo por aquel entonces no había oído hablar en mi vida del buttercream) de unos colores verdes y azules súper llamativos.

Y ahí empezó mi idilio con los cupcakes, no tanto por el sabor, que sí, reconozco que están buenísimos, sino por la puerta que abren a la creatividad. Cada cupcake podía ser una pequeña obra de arte.

Y para qué deciros las galletas decoradas. De glasa o de fondant... Un mundo lleno de oportunidades para dar rienda suelta a la imaginación, o ,a falta de imaginación, al "plagio" en el buen sentido como base para las pequeñas manualidades.

Y así llegué de casualidad al blog de Alma, Objetivo: Cupcake Perfecto. Y me enamoró. Tanto, que cuando en noviembre de ese año promovió una quedada en Madrid a través de su Facebook, no lo dudé y me presenté a la cita. (Pincha aquí, Alma habla de la quedada en su blog).

Hoy sería completamente impensable y una locura total una convocatoria así, con los miles de seguidores que tiene, pero por aquel entonces todo tenía otra dimensión y no acudiríamos ni veinte personas...

Allí, la pregunta más recurrente y como medio de presentación era "y tú, ¿tienes blog?" Y, para mi asombro, casi todos lo tenían...



Y así germinó la semilla del deseo de tener mi propio blog. Sí. Yo también quería tener un blog.

Todavía recuerdo el momento de entrar en Blogger, sin tener ni una mínima idea sobre ello, y empezar a brujulear totalmente a ciegas:

Estábamos ya acostados, mi marido y yo. Yo con el ordenador en la cama. Agobiada y angustiada por la "gran decisión" que estaba tomando mientras mi marido miraba la tele ajeno a mi sufrimiento. Estaba, nada menos, que dando a luz a mi propio blog que se iba a llamar... ¡Ay! ¡El nombre! ¿Cómo se iba a llamar mi blog? 

Mi blog se llamaría "A la hora del té". ¿Por qué? Porque el té ha sido y es, desde hace ya muchos años, desde que dejé el café, mi bebida caliente preferida... y porque a la hora del té, a eso de las cinco, mi hermana, mi madre y yo nos juntábamos en la cocina de casa de mi madre, cuando todavía vivíamos juntas y nos tomábamos un té y charlábamos un rato haciendo un paréntesis en nuestro quehacer que consistía por aquel entonces en estudiar. A la hora del té representa ese momento de reunión y de pausa, de descanso y de cháchara. Aun hoy que ya no vivimos las tres juntas, cuando nos reunimos algún fin de semana, a media tarde nos sigue gustando sentarnos en la cocina y disfrutar de un buen té. 

Rememorando los comienzos de mi blog, no puedo obviar ese primer post con esa fotografía rudimentaria. Por supuesto que ahora no soy ni de lejos experta. Ya me gustaría. Sigo tomando las fotos con mi móvil, pero por lo menos he aprendido a crear unas puestas en escena más bonitas, he aprendido a editarlas con Picmonkey y he aprendido a que no se debe dejar el papel de cocina como atrezo J

Me atrevo ahora a reeditar esa primera receta. La receta de mis galletas preferidas.

GALLETAS SHORTBREAD 2.0
(apto para alérgicos al huevo)


Ingredientes:

• 225 g mantequilla a temperatura ambiente
• 60 g azúcar glas
• 1 cucharadita de extracto de vainilla
• 260 g harina


Elaboración:

Batimos la mantequilla que estará a temperatura ambiente hasta que quede pastosa.

Añadimos la cucharadita del extracto de vainilla.

Incorporamos el azúcar glas.

Tamizamos la harina y la mezclamos suavemente hasta conseguir una masa homogénea.

Esta masa resulta muy pegajosa así que, una vez hayamos terminado de darle el punto de amasado con las manos, es mejor no tocarla más.

Ponemos la mitad de la masa sobre un trozo grande de papel film y lo cubrimos con más papel film. Con ayuda de dos listones le pasamos un rodillo para dejarla bien extendida a la misma altura. Yo os recomiendo que por lo menos tenga una altura de 6 mm porque son galletas muy quebradizas y sino no aguantarán. Hacemos lo mismo con la otra mitad de masa.

Guardamos bien extendidas las masas en la nevera para que enfríen y cojan consistencia. Si tenéis mucha prisa, podéis meterla en el congelador.

Cuando haya pasado como mínimo media hora, podemos empezar a hacer las galletas.

Empezaremos precalentando el horno a 180º con calor por arriba y por abajo.

Sacamos un trozo de masa, retiramos el papel film de arriba y vamos cortando las galletas con el cortador que más nos guste.

Colocamos las galletas bien separadas sobre la bandeja del horno recubierta con papel de hornear.

Procurad que la masa de las galletas se mantenga bien fría hasta el momento de meterla en el horno porque sino se deformará. Así que si tardáis en cortar todas las galletas que caben en una hornada, es preferible que las metáis, así cortadas, otro ratito en la nevera para que vuelvan a endurecer.

Las horneamos unos 10 minutitos o hasta que los bordes empiecen a dorarse.

Las sacamos y las dejamos enfriar en la propia bandeja unos 5 minutos y de ahí las pasamos a una rejilla para que terminen de enfriar.

Opcional: podéis derretir chocolate y bañar la mitad de las galletas. 


Encantada de poder celebrar este cuarto aniversario con vosotros. Feliz de que sigáis conmigo en esta andadura. Agradecida a cada uno de los nuevos fans que aterrizáis por mi Facebook. Reconfortada por cada like que me brindáis. Alentada por vuestros comentarios.

Deseosa de poder compartir con vosotros muchas más recetas y aventuras.

Mil besos.



jueves, 5 de noviembre de 2015

Galletas de avena con zumo de naranja

Siempre me pasa lo mismo. Cuando tengo que ir en coche a algún sitio al que no he ido nunca o he ido pero sin conducir yo, necesito aprenderme la ruta casi de memoria. 

Yo no tengo Tom Tom ni ningún tipo de navegador en el coche así que soy de las que me meto en el ordenador en Google, me empollo las indicaciones y me imprimo el mapa para llevarlo en el asiento del conductor.




Sí, es verdad que puedo echar mano del Google Maps del iPhone, meter la dirección y dejarme guiar por la "vocecita" que da las indicaciones... Pero, no. Eso no me funciona. Las pocas veces que lo he intentado ha sido un fracaso absoluto. O es un poco inútil o yo no me entero... El resultado es que jamás he conseguido llegar a buen puerto haciendo caso a la "vocecita".

Así que, como digo, soy de las que va con el recorrido memorizado y mapa impreso, por si acaso, para ir mirándolo de semáforo en semáforo.

Y no me apaño mal.

El problema es que no escarmiento. Ya sabemos que el hombre (léase, mujer) es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Pues yo tropiezo una y otra vez ad infinitum. 

Me aprendo el camino de ida y... ¡siempre olvido mirar el camino de vuelta!

Y, sí, muchas veces sí es un problema. Porque las calles no son siempre paralelas y perpendiculares, o tienes que tomar una carretera para desandar el camino y no sabes por dónde cogerla... En fin, que acabo siempre teniendo que improvisar el camino de vuelta intentando no volverme loca con los carteles...

Después de revelaros mi "trauma" os dejo con una receta nada "traumática". Muy fácil y muy rica. Si queréis una versión con ingredientes más saludables podéis echarle un vistazo al blog de mi amiga Natalia (El Clan de los Sin Trigo) que, curiosamente, ha publicado hace bien poquito una alternativa con harina de espelta y sirope de ágave. Como ella, podéis añadirle chips de chocolate que le dan un toque delicioso.


GALLETAS DE AVENA CON ZUMO DE NARANJA
(Receta del blog La Rosa Dulce)




Ingredientes

 200 g copos de avena
 100 g harina
 100 g azúcar moreno
 1 cucharadita de bicarbonato
 1 pizca de sal
 1 huevo
 100 ml aceite
 50 ml zumo de naranja
 Ralladura de naranja




Elaboración

Empezamos precalentando el horno a 200º con calor por arriba y por abajo para no perder luego tiempo.

Juntamos en un bol todos los ingredientes secos: copos de avena, harina, azúcar moreno, bicarbonato y sal. Mezclamos con una cuchara de madera.

En otro bol echamos el resto de ingredientes: el huevo, el aceite, el zumo de naranja y su ralladura. Los batimos con un tenedor.

Vertemos los ingredientes líquidos en el bol de los ingredientes secos y los mezclamos bien con la cuchara hasta lograr una masa bien integrada en la que se apreciarán los copos.

Ponemos un papel de hornear sobre la bandeja del horno y colocamos sobre ella pequeñas porciones de masa un poco separadas porque crecerán al hornearse. Para que os hagáis una idea, yo horneé 12 galletas en cada tanda.

Horneamos a 200º con calor por arriba y por abajo, unos 10 minutos.

Sacamos del horno. Dejamos reposar en la bandeja unos 5 minutillos y las pasamos a una rejilla para que terminen de enfriarse.

Estas son unas galletas que están perfectas para comer al momento, después de dejar que se enfríen, ya que tienen una textura crujiente por fuera y esponjosa por dentro. Deliciosas.

Para el día o días siguientes, siguen estando riquísimas pero la textura ya no es la misma ya que pierden ese puntito crujiente. Ojo, que no por esto están peores. Simplemente diferentes :-)


No me canso de daros las gracias por seguir acompañándome. Y no os olvidéis de que podéis seguirme en Facebook J





jueves, 15 de octubre de 2015

¡Atleti! ¡Atleti! ¡Atlético de Madrid!

¿Os gusta el fútbol?

Yo, para ser sinceros, paso bastante mucho.



Lo intento y lo intento. Aunque solo sea por no quedarme fuera de tantas conversaciones que versan sobre los partidos, la liga, los futbolistas... Pero, nada, no lo consigo. No me engancha ni el rollo de seguir los cotilleos de los futbolistas, sus amoríos, sus anuncios o sus declaraciones políticas. Nada. ¡Qué le vamos a hacer!

Y mira que me vendría bien. Mejor que bien. Que en mi casa estoy en minoría. Rodeada de chicos. Mis tres hijos y mi marido. ¡Ufffff! 

Mi marido de siempre ha sido madridista, muy de la Quinta del Buitre, a muerte con Míchel. Cuando éramos novios, allá por los años 90, llegué incluso a jugar con él a la Liga Fantástica del Marca. Creamos nuestro equipo, hacíamos cambios, seguíamos los partidos de la liga, los resultados... Y yo me esforzaba por retener datos, estar a la altura y dar la impresión de que todo aquello me motivaba un montón. Ya se sabe, esa tontería de querer estar en la misma onda que tu chico. Pero, nada, que el fútbol no me conquistó ni por esas. La de risas que hemos pasado gracias a mi "incultura" futbolística" :-)

Eran tiempos de vivir el fútbol muy con el corazón. Vivir muy intensamente los triunfos y, desgraciadamente y no sé por qué, también las derrotas. Era un drama cuando perdía el Madrid, ¡madre mía! Nunca he podido entender tanta pasión.


Afortunadamente, ese nivel de devoción se ha moderado en mi marido, y mis hijos han heredado el gusto por el fútbol de una manera más comedida. 

Así que no me quejaré, jeje. Teniendo tanta testosterona en casa, el fútbol podría haber sido el rey y no es así :-)

Lo más gracioso es que, siendo como es mi marido del Madrid a muerte, mi hijo mediano se ha rebelado y ha decido que él es del Atleti. Así, porque sí. Yo creo que tiene que ver con que como es el mediano, cumple a raja tabla con todos los clichés y busca desesperadamente su sitio en la vida llevando la contraria en todo. Que sus padres, sus hermanos, sus tíos, sus abuelos, sus amigos... son del Madrid, pues él del Atleti. ¡Con un par! ¡Ole!


Así aprovecho para enseñaros estas galletas tan atléticas que hice hace unas semanas. Me las encargó una amiga de la ofi que tiene un hijo muy muy colchonero.

La receta de las galletas es la básica que utilizo siempre para las galletas decoradas (pincha aquí para verla) y las decoré con fondant. ¡Vaya tarde pasé cortando tiras rojas y blancas!

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Ya hemos llegado a la mágica cifra de 250 seguidores. ¡¡WOW!! ¡Sois los mejores! 





lunes, 14 de septiembre de 2015

Bizcocho genovés

La receta que os traigo hoy es muy versátil. Ideal como base tanto para postres dulces como para platos salados.

Para que no tengáis duda en su elaboración, muy sencilla, he preparado un paso a paso que espero que os ilustre. Porque no tengo duda de que esta receta la vais a hacer, ¿¿no??

Yo por ahora siempre lo he hecho como base de un plato salado.La primera vez que lo preparé fue en las Navidades pasadas. Lo hice en Nochevieja y también para la comida de Reyes. Desde entonces lo he repetido en bastantes ocasiones. Y la última ha sido este sábado que celebré mi cumpleaños con mis amigos de la Uni...

No sé qué más deciros para convenceros... ¡Hala, al lío!


Ingredientes
4 huevos a temperatura ambiente
100 g harina
100 g azúcar
Pizca de sal




Elaboración

1. Para que no se nos olvide y luego nos retrase, empezamos encendiendo el horno a 180º con calor por arriba y por abajo.

2. Separamos las claras y las yemas de los 4 huevos.

3. Montamos las claras a punto de nieve con una pizca de sal durante unos minutos. Estarán cuando al levantar la varilla, el pico no se caiga. Reservamos en un bol.

4. En el vaso de la batidora blanqueamos las yemas con el azúcar. Para ello batiremos bien los ingredientes durante unos minutos.

5. Echamos las claras a punto de nieve que teníamos reservadas sobre la mezcla de las yemas con el azúcar en unas tres veces e incorporándolas con una espátula con movimientos envolventes.

6. Por último, añadimos la harina tamizada y la integramos igualmente con movimientos envolventes poco a poco.


7. Cubrimos la bandeja del horno con papel de hornear.

8. Extendemos la masa directamente sobre el papel, tratando de alisarla lo máximo posible.

9. La hornearemos unos 15 minutos a 180º.

10. Colocamos un paño de algodón ligeramente humedecido (basta con salpicarlo alegremente con agua) en la mesa.

11. Situamos el bizcocho horneado encima del paño dejando el papel en la parte de arriba (el bizcocho está en contacto con el paño).


12. Retiramos el papel con mucho cuidado.

13. Enrollamos el bizcocho junto con el paño longitudinalmente (para que salga un rollo largo y no muy retorcido). Se enrolla el bizcocho pegadito al paño para evitar que el bizcocho se enrolle sobre sí mismo y se pegue y luego no podamos desenrollarlo. Hay que hacerlo con mucho cuidado, sobre todo las primeras vueltas para no quebrar el bizcocho.

14. Ahora, lo dejaremos enfriar. Podemos meterlo en la nevera y reservarlo para rellenarlo el día siguiente y así organizarnos los tiempos.

15. Cuando ya lo vayamos a rellenar, lo sacaremos de la nevera, si lo hubiésemos enfriado ahí, y con mucho cuidado lo desenrollamos y separamos del paño.



Ya tenemos lista nuestra plancha de bizcocho genovés para darle el toque que queramos.

Como os he dicho, este bizcocho se conserva estupendamente en la nevera, así, enrollado en el trapito, un par de días. Por eso es una idea genial como plato para invitados porque nos permite dejar preparado el bizcocho el día anterior guardado en la nevera y solo tener que rellenarlo un rato antes de la comida o cena.

Os doy una sugerencia de relleno salado que es la que a mí me está funcionando a las mil maravillas como plato para invitados.

Sacad el bizcocho de la nevera. Dejad que se atempere porque si lo intentáis manejar tan frío seguro que se os rompe.

Desenrrolladlo con mucho cuidado. No intentéis dejarlo plano como una tabla porque se romperá. Extended una capa de mahonesa. Cubrid toda la plancha con salmón ahumado y poned encima huevas de caviar (de las de mentira J). Volved a enrollar y cubrid el rollo con más mahonesa. Ahora lo podéis decorar como más os guste. A mí me gusta mucho con huevo duro picadito.

¡Espero que me contéis vuestras hazañas! 

Mil besos para todos, muuuuaaaaaacccccc


domingo, 6 de septiembre de 2015

Vuelve septiembre y trae unas galletas de basket

Ya se han vuelto a terminar las vacaciones. Ocurre todos los años: nos pasamos casi un mes deseando que lleguen las vacaciones, ansiando que lleguen las vacaciones, anhelando que lleguen las vacaciones. Las vacaciones llegan. Y antes de que nos hayamos dado cuenta... ¡zas! Las vacaciones se han terminado.

¡Cómo es la vida, jajaja!

Y así nos vemos otra vez con septiembre encima y con todas las obligaciones cerniéndose sobre nosotros sin piedad. Y lo que es peor, con todo el puzzle de actividades, propias y ajenas, esperando a ser encajadas como en el Tetris...

Además, septiembre, al menos para mí, es el mes de los propósitos, de los buenos propósitos. Mucho más que el cambio de año. Es ahora cuando parece que tenemos la oportunidad de reorganizarnos la vida. Con suerte el trabajo nos sigue esperando impertérrito después de las vacaciones. Y también el colegio. Bendito colegio. Pero, ¿y todo aquello que podemos/tenemos que planificar para rellenar las tardes como si fueran pavos?

Septiembre es muy motivador. Muy de es el momento de empezar las mil y una colecciones absurdas con las que nos bombardean en la tele, muy de soy superman o superwoman y me voy a poner cuadrado o estupenda en el gimnasio, muy de ya está bien con no entender ni papa de idiomas y me voy a volver bilingüe o trilingüe por lo menos...

Lástima que muchos de los fantásticos propósitos en los que nos embarcamos en septiembre vayan zozobrando con las semanas y desaparezcan. Pero, bueno, qué porras, ¡que nos quiten lo bailao! ¿no os parece? 

Y yo, con más moral que el Alcoyano y toda mi energía intacta todavía, me he propuesto por enésima vez no dejar tan abandonado el blog que tantas alegrías me da cuando recibo comentarios o nuevos seguidores o me gusta. 

Así que voy a empezar desempolvando todas las fotos y recetas que he ido acumulando y que se han quedado tristemente almacenadas en el ordenador y voy a sacarlas a la luz. Cargada de ánimo, me propongo no desaparecer durante tanto tiempo. Seguir en el candelero (o "en el candelabro", como decía aquella) para que no os olvidéis de mí.

Remontándonos ni más ni menos que al mes de mayo, recupero para vosotros unas galletas de temática basket que me encargó mi amiga Carmen para la comunión de su hijo Pablo. Pablo es un forofo del baloncesto y tenía claro que no quería nada típico de comuniones. ¡Deseo concedido! Pelotas de basket con su nombre y la camiseta del equipo del cole en el que juega. 



Ni que decir tiene que la receta de las galletas es mi receta fetiche de galletas de mantequilla. 

Para las pelotas utilicé la receta de galletas de chocolate porque me pareció que el naranja iba genial con el marrón.


Y para las camisetas, utilicé la receta básica

En ambos casos las decoré con fondant.


Os deseo mucha energía positiva para este nuevo curso. Espero que seáis capaces de mantener vuestros propósitos más allá de fin de año J

Besos, besos y más besos (que por algo decía mi abuela que eran gratis), mil gracias por estar ahí y no olvidéis que podéis seguirme en Facebook J



martes, 16 de junio de 2015

Galletas de "ampelmann" (muñeco del semáforo de Berlín)

Este es el post del "hace mucho que...". Y es que..

Hace mucho que... quiero compartir con vosotros una fábula. Desde que la leí por casualidad, han sido muchas las veces en las que, por unas cosas o por otras,  me ha venido a la cabeza su moraleja y he podido comprobar que es bien cierta. Además de la aplicación que tiene en contextos tan  amplios y universales como el calentamiento global o la crisis económica, tiene gran reflejo en situaciones muy cotidianas del día a día de cualquiera de nosotros.

Puede que muchos de vosotros ya la conozcáis. Se trata de la fábula de La rana que no sabía que estaba hervida, de Olivier Clerc.

Aquí os dejo un resumen para que penséis un rato.


"Imaginad una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana, esto le parece bastante agradable, y sigue nadando.


La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta, y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia.

Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar, a tratar de adaptarse y no hace nada más.

Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo por salir de la cazuela".

¿Creéis que sufrís vosotros también el síndrome de la rana? ¿Estáis a tiempo de saltar de la cazuela?

¡Uf! Yo reconozco que en algunas situaciones, sí. Que asumo como normal cosas que no lo son o no debieran. Léase grado de estrés por intentar llegar a todo...jeje

Hace mucho que... compré en Berlín unos cortadores de galletas con la forma de los muñequitos de los semáforos de allí.

¿Os acordáis de que por mi cumple mi marido me regaló un viaje a Berlín y que nos fuimos en octubre?  Pues sí. Allí es una fiebre lo que tienen con los ampelmann. El mítico hombrecillo de los semáforos del Berlín oriental cumplía 50 años el año pasado y lo podías encontrar como motivo para todo lo que se te ocurra, hasta convertidos en cortadores de galletas :-) Seguro que así era antes del aniversario y que así seguirá siendo...




Hace mucho que... una amiga que tiene un blog delicioso me dedicó un post con una receta riquísima de unas galletas elaboradas con trigo sarraceno. Mi amiga Natalia ha desterrado de su vida la harina de trigo refinada y el azúcar. Le sientan mal. Y ha descubierto todo un mundo con alternativas mucho más saludables como el trigo sarraceno, la harina de espelta, la harina de centeno, la panela, el sirope de ágave... Un montón de ingredientes sanos que hoy día se pueden encontrar ya en todos los herbolarios y con los que se consiguen resultados fantásticos.

El blog de Natalia se llama El clan de los sin trigo y está a rebosar de recetas deliciosas sin harina de trigo y sin azúcar. Aunque no seáis celíacos, ni tengáis problema con estos dos productos, os recomiendo que os paséis y os llevéis alguna receta y algo más de conocimiento sobre el mundo de la harina.

Así que yo hoy os traigo una copia de su receta de las galletas de trigo sarraceno. Unas galletas bien crujientes gracias a las semillas de amapola que incorporar y que les dan un toque mágico.



Ingredientes

 225 g de trigo sarraceno.
 35 g de Maicena.
 1 cucharadita de levadura tipo Royal.
 1 pizca de sal.
 2 cucharadas de semillas de amapola.
 1 huevo.
 100 g de mantequilla al punto pomada.
 90 g de panela.
 1 cucharadita de extracto de vainilla.

Elaboración

Mezclar en un bol el trigo sarraceno tamizado con la Maicena, la levadura, la pizca de sal y las semillas de amapola. Reservar.

En otro bol, batir la mantequilla con la panela. Añadir el huevo. Batir. Echar el extracto de vainilla. Terminar de mezclar.

Incorporar la mezcla de sólidos (harinas, levadura, sal y semillas).

Mezclar hasta lograr una masa homogénea.

Colocar parte de la masa entre dos papeles de hornear. Pasar el rodillo ajustándonos a unos listones que nos ayuden a dar la misma altura a toda la masa (yo las he hecho de 4 mm para que quedaran más crujientitas). Repetir esta operación hasta tener toda la masa preparada.

Meter las láminas de masa en la nevera hasta que endurezca (una hora aprox. Depende de la prisa que tengas puedes sacarla antes).

Cuando queramos hornear las galletas, empezar por precalentar el horno a 180º con calor por arriba y abajo.

Sacar la masa y cortarla con el cortador que más os apetezca en ese momento :-)

Con los recortes de la masa,volver a amasar, enfriar y cortar. Así hasta terminar.

Colocar las galletas sobre la bandeja del horno forrada con papel de hornear.

Hornear a 180º unos 10 minutos aproximadamente o hasta que los bordes empiecen a dorarse.


Como sé que estos ingredientes son un poco especiales y que, lamentablemente, no están al alcance de todo el mundo, he probado a hacerlas también con harina de trigo y azúcar blanquilla, en las mismas proporciones y, si bien pierden su encanto original, salen también deliciosas. De hecho ¡no sabría decir qué versión ha ganado entre todos los que las han probado!



Un beso enorme a todos los que habéis llegado hasta aquí. Mil gracias por vuestras visitas y comentarios. ¡Me dan la vida!





jueves, 4 de junio de 2015

Galletas de comunión

¡Cómo pasa el tiempo! ¡Mi grande ya ha cumplido 10 años y ha hecho la comunión! ¡Madre mía!


Una de mis mejores amigas, que tiene tres chicos también pero un poco mayores que los míos, es la que me va marcando la ruta. 

Cuando su grande, que es dos años mayor que el mío, aprendió a leer, a mí me fascinó. Le recuerdo en la piscina de la urba leyendo todos los carteles que nos encontrábamos. Y yo pensaba, ¡qué mayor! ¡qué increíble! Y pasó el tiempo, y mi grande también aprendió a leer. Y yo no daba crédito.

Y hace dos años, el hijo de mi amiga hizo la comunión. Y yo pensé, ¡madre mía! ¡qué mayor! ¡la comunión!

Y este año, ¡hala!, mi grande ha hecho la comunión... Esto me lleva inevitablemente al siguiente razonamiento: si mi grande se está haciendo mayor (no hay más que mirarle a la cara), ¿¿¿me estoy haciendo yo también "mayor"??? Jajaja


Como detallito de la comunión, le pregunté a mi grande qué quería regalar a la familia. La respuesta no fue muy sorprendente: galletas de mantequilla decoradas. Lo que sí fue inesperado fue la temática elegida:

- Mamá, es mi comunión, así que quiero galletas de comunión, ¿de qué sino?

- Pues, no sé, de lo que quieras. De lo que más te guste. A Pablo, como está fascinado con el basket, se las voy a hacer de baloncesto.. Si quieres a ti te las hago de fútbol, de animales... ¡qué sé yo!

- Que no, mamá, que es mi comunión, y quiero galletas de comunión.

- ¿De crucifijos, palomas de la paz, cálices, niños de comunión?

- ¡¡Eso, eso, de cruces y de palomas!!

Y como sus deseos son órdenes para mí, jeje, pues me lié a preparar galletitas de crucifijos y palomas de la paz.


La receta de las galletas, la conocéis de sobra, es la que siempre utilizo para hacer las galletas decoradas (pinchad aquí para ver la receta).

Como no quería decoraciones recargadas, a las palomas simplemente les añadí una perlita (a unas doradas y a otras blancas) a modo de ojo; y como no iba a ponerles etiqueta ya que al ser pequeñitas iba a abultar más la etiqueta que la propia galleta, para personalizarlas, decidí grabarle el nombre de mi grande.

Para las cruces, me pareció que podría quedarles muy bien una especie de pespunte. ¡No os creáis que se hace a mano puntada a puntada! Ya está todo inventado. Para hacer este efecto pespunte, hay unos palitos a los que va enganchada una ruedecita con dientes, como un corta pizzas pero dentado. Basta apoyarlo en el fondant y hacerlo girar 





Las cruces sí las envolví con una etiqueta con el nombre de mi grande y la fecha de la comunión.


Y, aunque en un principio lo había descartado, al final preparamos unos recordatorios. Buscando, buscando, encontré en la red unos recordatorios estilo marca páginas que me gustaron mucho. Os dejo el enlace por si os interesa (pinchad aquí). Están en pdf y jpg listos para imprimir cinco por hoja. Para que fueran más personales e involucrar a mi grande en la tarea (al fin y al cabo era su comunión, ¿no?), fue él mismo quien escribió el texto de su puño y letra para cada uno de los invitados.



Yo disfruté mucho preparándolo todo. Ya solo espero que a vosotros os haya gustado también     

Mil gracias por seguir ahí.
Un beso enorme.

jueves, 26 de febrero de 2015

Una idea para envolver galletas

El post de hoy es de esos tontos, tontos, tontos pero que puede que os venga bien :-)

Normalmente, cuando hago galletas, suelen ser galletas decoradas, ya sea con glasa o con fondant, y las envuelvo de una en una en bolsitas de celofán cerradas con una solapita de papel bonito, con wasi tape o con un lacito de hilo o cuerda o un lacito rizado (id pinchando y veréis ejemplos de todo).

Si hago galletas "normales" sin decorar, tipo galletas con Lacasitos, cookies, etc, como hago muchas, las meto en una caja bonita y listo.
Pero, ¿qué hacer cuando quieres regalar solo unas pocas galletitas "normales"? ¿Cómo presentarlas para que queden monas y el regalito luzca?


Esta fue la pregunta a la que me enfrenté cuando quise regalar unas cuantas galletas de las mías de mantequilla, de las que utilizo para decorar pero sin decorar, ellas solitas, unas de mantequilla y otras de chocolate, sin más. Eran solo un detallito para la madre de mi amiga Carmen, que le gustan mucho. ¿Cómo envolverlas?

Y después de plantearos estas cuestiones tan trascendentales (jeje), llego con mi propuesta tonta.

Necesitamos:

Galletas (obvio).
Papel celofán trasparente, de color o decorado.
Un lazo bonito.


Aquí os muestro el paso a paso ejecutado por mi mediano (¡sí, se muerde las uñas! ¡qué le vamos a hacer!).

Cortamos un trozo de papel celofán suficientemente grande, colocamos las galletas en el centro y subimos las cuatro esquinitas.




Atamos el lazo elegido haciendo una bonita lazada y colocamos los piquitos con mucho arte para que quede resultón.


¡Hasta aquí mi aportación del día! Aunque simple como ella sola, espero que os haya ayudado como idea para presentar vuestras galletas :-)

Muchas gracias por seguir conmigo y por vuestros comentarios. ¡¿Qué haría yo sin vosotros?!


martes, 17 de febrero de 2015

Sobaos pasiegos

¿Ya habéis preparado los moldes para los sobaos?

A ver... unos sí y otros no...


Para los que no tengáis los moldes ya listos para lanzaros a esta receta os recuerdo que en el post anterior os dejé un paso a paso para que los hagáis vosotros mismos. Son muy fáciles de hacer, creedme, aunque os cueste un poco entenderlo al principio, no os desaniméis y ya veréis que en nada os saldrán como churros :-)

Con esta receta salen entre 20 y 25 sobaos. El problema es que como el papel de hornear suele ser bastante endeble (depende de la marca), a no ser que el vuestro tenga suficiente consistencia, os recomiendo que pongáis doble papel para cada sobao. Así que, ánimo, solo necesitáis unos 50 moldes, jeje.
 
Todos aquellos que no os sintáis capaces de hacer los moldes o no tengáis tiempo para ello, no os preocupéis que tengo un plan B :-) No es la solución más vistosa pero siempre podéis extender la masa en la propia bandeja del horno cubierta con papel de hornear, hornearla como os indico en la receta y una vez enfríe, cortarlo en rectángulos. ¿Veis? Siempre hay solución para todo. ¡Ya no tenéis excusa para perderos esta delicia!


Ingredientes

250 g mantequilla en pomada
250 g azúcar
250 g huevos (unos 4 o 5 huevos)
250 g harina
16 g levadura química tipo Royal



Elaboración
 
Empezamos precalentando el horno a 180º con calor por arriba y por abajo.
 
Para que la mantequilla esté a punto pomada tenemos que sacarla de la nevera un buen rato antes de empezar a cocinar. Necesitamos que tenga una textura suave y manejable.

Empezamos batiendo la mantequilla para que termine de estar cremosa.

Añadimos el azúcar y batimos unos minutos hasta conseguir una masa integrada y homogénea.

Ahora incorporamos los huevos uno a uno. Hasta que no estén bien mezclados no añadiremos el siguiente.

Tamizamos la harina con la levadura y la incorporamos en dos o tres tantas, mezclándola con una espátula con movimientos envolventes.

Echamos la masa en una manga pastelera a la que le cortaremos la punta y ya estamos listos para ir rellenando los moldes hasta la mitad. Cuidado no echéis más de la cuenta porque sino se desbordarán.
 
(Si no os habéis atrevido con los moldes o no habéis tenido tiempo, forrad la bandeja del horno con papel de hornear y echad la masa directamente cubriendo de manera que la masa tenga una altura de medio centímetro o así).
 
Colocamos los moldes en la bandeja y la llevamos al horno precalentado unos 15 o 20 minutos. Vigilad el colorcillo que va adquiriendo para que no se pasen. Y ya tenéis lista la primera horneada :-)
 

 
Ya me contaréis cómo os salen y esos pedazo desayunos o meriendas con que os vais a homenajear :-)
 
Como siempre un beso enorme, mil gracias por leerme y un millón de gracias más por cada uno de vuestros comentarios.