miércoles, 14 de mayo de 2014

Galletas vela para unos 40 años muy especiales


¿Os acordáis de que en el último post os dije que estaba "inmersa en una espiral absorbente de distintos acontecimientos que me han y me tienen sin parar"?
 
Pues uno de los más importantes y que más me ha entretenido en las últimas semanas ha sido la preparación del cumpleaños sorpresa de mi marido. Y es que ¡no todos los años se cumplen 40 tacos!
 



 
No sé si alguna vez habéis preparado un cumpleaños sorpresa. ¡Es tremendo! ¡Estresante a más no poder!
 
Y eso que opté por no celebrarlo en casa (imposible con tanto invitado) y dejé todo el tema en manos de mi cuñado para que él dispusiera la planta de arriba de su restaurante como gustase y eligiese el menú.  Eso sí, ¡le pedí encargarme yo del postre! No me puedo imaginar la cara de mi marido si en su cumple sirven una tarta no hecha por mí, jajaja.
 
Así que mi "to do list" se resumía en:
 
- Coordinar distintos grupos de whatsapp según los distintos grupos de amigos.
- Hornear las tartas de cumple (menos mal que tenía claro que la elegida era la Red Velvet).
- Decidir un modelo de galleta "masculino" y no "infantil" para regalar como recuerdo. Hornearlas y decorarlas.
- Hacer una selección de fotos representativas de los 40 años de mi marido en la que no faltase nadie.
- Hacer un montaje con las fotos para lo que tenía que elegir la banda sonora.
 
No parece tanto, ¿verdad? Pues no sabéis la de días que he invertido en ello... Si estaba con mi marido, no podía dedicarle ni un segundo ¡tenía que ser sorpresa! Si mi marido no estaba, estaban mis tres hijos, ¡qué más entretenimiento quiero! Muy difícil, ya os digo. No os cuento más que una noche me desvelé y para aprovechar, me levanté a las cinco de la mañana y estuve horneando galletas más de una hora. Muy sigilosamente, ¡eso sí!
 
 
Ahora, el resultado fue un diez absoluto :-)
 
En teoría habíamos quedado con otra pareja para cenar. Llegamos escuchando el fútbol en el coche. Aparcamos. Entramos en el restaurante y me dice mi marido: "Qué suerte, tienen el fútbol en la pantalla". "Ya, ya", me dije yo.
 
Y... ¡sorpresa! ¡Cumpleaños feliz!
 
Fue sorpresa-sorpresa 100 %. Cuestión de verle la cara. Impresionado es quedarse corto.
 
Él, que es de hablar y hablar, cuando en los postres empezamos a vocear "que hable, que hable" no fue capaz de articular ni un mini discurso de agradecimiento con sentido. Eso va a quedar en mi memoria para siempre... ¡Dejar a mi marido sin palabras! jajaja
 
Todavía no sé cómo no se estropeó la sorpresa. Con mis tres hijos metidos en el ajo... Sí, tuve que hacerles partícipes para que entendieran que tenían que colaborar conmigo para que la fiesta fuera un éxito. Y vaya si colaboraron. ¡Unos soles!
 
 

Las fotos que estáis viendo son de las galletas que preparé como recuerdo. Después de dudar mucho, me cautivó el modelo de la vela por su sencillez, por ser lo más apropiado para él. Seguí mi receta infalible de galletas de mantequilla para decorar (podéis verla pinchando aquí). Las decoré en tres colores, azul, verde y rosa. Y les até una etiquetita.
 
¿Qué os parecen?
 
Quedaron fenomenal colocadas en una bandeja para que los invitados cogieran la suya.
 
Todo sensacional. Me ha encantado la experiencia. Ha sido muuuyyyy gratificante. Ahora, eso sí, que no se espere otro cumpleaños así por sus 50 porque ¡¡¡¡seguro que todavía no me habré recuperado del desgaste!!!!
 
Mil besazoooooooos